Han hecho falta siglos de buen uso y tránsito para que las piedras del camino que baja desde la carretera general hasta el Castro de Baroña (Porto do Son) quedasen limpias, pulidas, incluso marcadas con los surcos del incesante paso de los carros que accedían desde tiempos remotos a recoger los productos del mar. Un empedrado natural que parece que acaba de sufrir el paso de quienes nunca debieron haber pasado por ahí.
Hoy nos llegan estas terribles imágenes en las que ese camino secular de acceso a uno de los principales Castros de Galicia y de España ha quedado arrasado por la maquinaria pesada de los madereros. Una vez más el gremio maderero se ve inmune, ya no solo para talar una masa forestal que por su entorno natural y su proximidad a un bien histórico y etnográfico como es el Castro de Baroña debería estar protegida, sino para arrasar sin miramientos lo que encuentra a su paso.
Los que tienen que ver no ven nada, los que tienen que hacer no hacen nada, entre unos que se aprovechan y otros que se ven atados de pies y manos, todo queda en nada, y al final como siempre los daños patrimoniales, culturales y medioambientales se los lleva el viento…
¿Cual será el siguiente paso? ¿Asfaltar hasta un aparcamiento a pie de castro? Tiempo al tiempo…
En cuanto sea posible irémos por la zona a ver el alcance del daño.