El mirlo acuático generalmente se asocia a ríos de montaña, con aguas de muy buena calidad y poco alterados por el ser humano, aun que obviamente siempre hay excepciones.
Se trata de un paseriforme de tamaño medio, no mas de 20 cm., rechoncho e inquieto a la vez que en cierto modo tímido para con el ser humano, se mueve con soltura entre las piedras de los cursos no demasiado rápidos del río, levantando musgos, picoteando los márgenes o literalmente buceando en busca de presas de pequeño tamaño, mayoritariamente invertebrados, como efímeras, escarabajos o libélulas en su fase acuática.
La excepción a la que hacíamos referencia en el párrafo anterior la tenemos en Noia, aunque podemos encontrarlo en entornos relativamente poco alterados como el curso bajo del Tambre, las localizaciones mas «fáciles» para observar esta especie, están en Noia, y en entorno urbano, podemos observarlo en el Río Tállara, a su paso por Ponte de San Francisco, donde está constatada su reproducción, pero el mejor lugar y a la vez el mas extraño es dentro de Noia, en el río Traba, a su paso por los Muiños de Pedrachán, entre edificios donde las aguas transportan vertidos fecales, pero donde el río proporciona a esta especie un entorno perfecto, con corrientes suaves, pequeños saltos de agua, mucho pedregal en mitad del curso fluvial y gran cantidad de posaderos semisumergidos vinculados a las viejas construcciones.
La acidificación de las aguas, la degradación de las cuencas, o como en el caso de nuestros ríos, la contaminación, merma las poblaciones de invertebrados acuáticos, lo que reduce las posibilidades de manutención de esta especie desplazando o eliminando sus poblaciones.
Evidéntemente los vertidos de la Mina de San Finx a la cuenca del Río Traba acabarían con toda vida acuática, incluido el Merlo rieiro.