Píntega o salamandra, un anfibio injustamente maltratado por la cultura popular

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La salamandra es sin duda el mas llamativo de nuestros anfibios, fácil de ver en las noches lluviosas de otoño en las carreteras secundarias que atraviesan bosques y praderíos

La salamandra es sin duda el mas llamativo de nuestros anfibios, fácil de ver en las noches lluviosas de otoño en las carreteras secundarias que atraviesan bosques y praderíos, carreteras donde cada año miles de ellas pierden la vida aplastadas por los coches.
Su nombre científico es Salamandra salamandra, y la subespecie que nos encontraremos casi con total seguridad en la Ría de Noia es la subespecie gallaica, en la zona recibe distintos nombres que varían según la localidad o incluso la aldea, el mas utilizado es el de píntega, pero sacabeira, salamándiga o roncha son nombres que escucharemos para referirse a nuestra colorida salamandra.

Lo normal es encontrarse con ejemplares de hasta 15 cm. pero pueden llegar a los 25 cm., de ese tamaño se encontró una en el Monte Iroite en el año 2010.
Vive en casi todos los ecosistemas de la zona, siendo mas habitual en zonas forestales de bosque autóctono, aunque se las ha visto en lugares tan inapropiados como las dunas de la playa de Testal e incluso ha aparecido alguna en plena alameda de Noia.
Es un animal totalmente terrestre en su etapa adulta, va al agua para depositar las larvas que durante la primera etapa de vida son acuáticas y no siempre, se trata de un animal ovovivíparo, o lo que es lo mismo, las crías se desarrollan dentro de huevos, pero dentro de la madre, en ocasiones literalmente pare a sus crías totalmente desarrolladas.

¿La salamandra es venenosa?
La salamandra está desde siempre envuelta por mitos y leyendas, ya Aristóteles asociaba a la salamandra con el fuego, y aseguraba que lo apagaba al pasar sobre él, se la acusa de envenenar los manantiales donde habita, de ser resistente al fuego, de secar cultivos e incluso se la acusó de que 2000 caballos y 4000 hombres de Alejandro Magno murieran tras beber de un manantial envenenado por una salamandra, obviamente todo son leyendas, justificadas por la ignorancia y por la necesidad de dar explicación a sucesos que en su momento la ciencia no conseguía explicar.

Glándulas segregando toxina

En la naturaleza los colores amarillo y negro suelen ser señal de advertencia de peligro, unas veces se trata de un peligro real y otras es un simple farol, en el caso de la salamandra es casi mas farol que otra cosa. Cuando la salamandra se ve amenazada adopta una postura defensiva arqueando el cuerpo y dando a ver sus colores de advertencia, si eso no fuera suficiente, empezará a segregar por unas glándulas que recorren su cabeza y espalda un fluido blanquecino que contiene una toxina irritante al contacto con mucosas y zonas sensibles, básicamente es un defensa contra la mordedura de posibles depredadores que intenten comérsela, para el ser humano es absolutamente inofensiva, podemos manipularlas sin miedo alguno, aunque teniendo la precaución de lavarnos las manos después por si nos tocásemos los ojos o los labios y así evitar posibles molestias.

¿Hay cada vez menos salamandras?
La respuesta es un SI rotundo. Aunque su mala fama sea la causa de muerte de muchas de ellas en el medio rural, son los incendios forestales y la sustitución del bosque autóctono por monocultivos de eucalipto sus peores enemigos, aunque no los únicos, la contaminación de acuíferos, los atropellos y la introducción de especies invasoras como el cangrejo de río americano son también causas de su acentuada regresión poblacional.

La salamandra es un indicativo de buena salud del ecosistema en el que se la encuentre, y es una herramienta valiosísima para el agricultor, puesto que caracoles, babosas y todo tipo de orugas y gusanos perjudiciales para los cultivos son la base fundamental de su dieta.

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